Carolina Oyarzo Miranda es bióloga marina de la Universidad Andrés Bello. Actualmente, se encuentra en la etapa final de su Magíster en Biotecnología y Ciencias de la Vida, en el laboratorio de ecología y biología molecular de algas (UNAB). Donde investiga el desarrollo microscópico de especies de macroalgas pardas, entre ellas el huiro gigante (Macrocystis pyrifera), con fines de conservación y repoblamiento. Carolina además es directora de divulgación de la Sociedad Chilena de Ficología, miembro del equipo de comunicaciones de la campaña Escazú Ahora Chile, co-conduce el podcast de naturaleza y sociedad “Embarcades”, y es confundadora de “Diversigmar”, colectiva de género y diversidades en las Ciencias del Mar. Carolina afronta su quehacer científico con un marcado activismo, por lo que quisimos conocer más de su visión sobre la conexión ciencia-política, la brecha de género y sobre su trabajo con las macroalgas y los hallazgos que junto a su equipo realizaron en la Bahía de Quintero.
Partamos por el principio: los huiros en Chile
¿Qué son los huiros y por qué es importante estudiarlos?
Huiro es el nombre común que se les da a muchas especies de macroalgas pardas, son organismos capaces de hacer fotosíntesis y reciben su nombre por los pigmentos que presentan. Diría que las razones para estudiarlas son varias, ya que en sí mismas son fascinantes, pero también hay propósitos comerciales y de conservación detrás de su estudio, ya que tienen una biología asombrosa, en especial por su ciclo de vida, y su función ecológica es crucial para el bienestar de nuestros ecosistemas costeros y las sociedades que viven en torno a ellos.
¿Por qué estudiar la fase microscópica del huiro gigante?
El ciclo de vida de las Laminariales (Orden taxonómico al que pertenece el huiro gigante), tiene dos etapas, la macroscópica y la microscópica, donde los estudios de la fase microscópica nos permiten generar nuevos conocimientos respecto a la propagación de esporas, la reproducción de la especie a escala de laboratorio y el tema que me interesa mucho, generar estrategias de cultivo y repoblamiento para la recuperación de las poblaciones naturales de estas especies, que están amenazadas por diferentes factores, principalmente antropogénicos.
Durante tu pregrado hiciste un estudio que ha sido muy comentado incluso en la prensa, ya que analiza los efectos de contaminantes en los huiros de la Bahía de Quintero, ¿qué resultado del estudio fue el que más les llamó la atención?
El hecho de que la exposición al agua de Quintero pueda tener un efecto negativo sobre el desarrollo del ciclo de vida es un indicador bastante relevante sobre lo que puede estar ocurriendo a nivel comunitario, tomando en cuenta que las algas son parte de la base de la trama trófica. Además, las altas concentraciones de metales en la bahía de Cachagua nos indican que la percepción que tenemos del estado ambiental de nuestro territorio no es la más acertada, lo que es una alerta y un llamado a mejorar nuestras políticas ambientales.
Con respecto a ese mismo estudio, ¿Cuál es la moraleja que queda sobre unir la ciencia con la política?
Este tipo de evidencia científica se ha reportado hace años, pero en general, las medidas políticas tienden a ser reactivas y no preventivas, principalmente por el modelo histórico que tenemos para desenvolvernos como país en términos económicos, lo que actualmente nos posiciona en una crisis ambiental. La comunicación efectiva entre ciencia y política necesita un rumbo más sólido que solo comités asesores, la institucionalidad ambiental debe tener más poder, donde el vínculo y reconocimiento de la información científica es necesaria para crear políticas públicas basadas en hechos y proyecciones que promuevan el bienestar socioambiental.
Uniendo ciencia y política
Hace poco te uniste oficialmente al equipo de comunicaciones de Escazú Ahora Chile, quienes buscan que Chile se adhiera a este tratado internacional de derechos humanos y medioambiente, ¿cuál es la motivación detrás de este importante trabajo?
Escazú viene a unir muchas de mis motivaciones personales y profesionales, los principios del tratado promueven el acceso a la participación, la información y la justicia en asuntos ambientales para las personas, valores que considero fundamentales para abordar la crisis climática. Si bien, como científica la investigación es un área que me maravilla, si no generamos un nuevo vínculo con otras áreas de la sociedad, seguiremos sin encauzar nuestra energía y conocimiento en responder como país a una problemática inminente. Espero aportar en este equipo y conseguir que Chile firme el acuerdo y tenga una nueva visión de la relación entre la sociedad y la naturaleza, en especial en este momento de cambio constitucional.
Actualmente estás haciendo magíster mientras te desenvuelves como divulgadora científica, ¿Por qué sientes que es importante comunicar ciencia?
Porque creo en la importancia de la reconstrucción del tejido social no solo desde la comunicación entre la comunidad científica y la política, incorporar la visión territorial es fundamental para abordar la crisis en la que nos encontramos. Tengo una sensación enorme de fragmentación social, donde, además, la desinformación promueve conductas autodestructivas y peligrosas para otras personas, la ciencia es una forma de generar conocimiento que promueve la reproducción y transparencia de la evidencia basada en la experiencia, pero la gente desconfía porque no la conoce. Mostrarles a las personas que la ciencia la hacemos personas, que está en todas partes y que ellos y ellas también puede hacerla promueve un vínculo diferente con la gente que no es parte de una comunidad tan cerrada como lo fue en algún momento la comunidad científica.
Mujer en ciencias y el combate contra la brecha de género
Eres parte de la reciente colectiva Diversigmar, ¿Cómo surgió esta iniciativa y cuál es su objetivo?
En 2018 hubo una gran tensión en las universidades del país por constantes manifestaciones en contra de la educación sexista y los diferentes problemas que esto significa para las mujeres y disidentes sexuales que nos desenvolvemos en estos espacios. Justo en ese momento estábamos con más compañeras en Valdivia en la versión XXXVIII del Congreso de Ciencias del Mar, donde la Universidad Austral se encontraba en toma feminista, durante aquellos días supimos que en el congreso había un profesor acusado y sancionado por violencia sexual, donde las estudiantes habían cuestionado fuertemente las medidas tomadas por la institución. Finalmente, un grupo de estudiantes se organizó, entre ellas una amiga cercana me invitó al espacio y por primera vez se realizó el Conversatorio “El rol de la mujer en las Ciencias del Mar”, una experiencia inolvidable que nos motivó a darle más atención a las problemáticas de género en Ciencias, una motivación que durante la cuarentena se consolidó y formamos DiversiGMar.
Consideramos que nuestro rubro tiene características particulares por el hecho de estar vinculado al trabajo con comunidades, terrenos, expediciones, equipos de laboratorios, congresos y la gran diversidad de espacios en los que se desenvuelven las Ciencias del Mar. Por este motivo, nuestro objetivo es visibilizar, evaluar y trabajar para abordar las problemáticas de género en las Ciencias del Mar, a través de la colaboración, educación e investigación.
¿Tú cómo has vivido la brecha de género en las ciencias? ¿Qué desafíos te has enfrentado en tu carrera?
Principalmente el sexismo en la tónica de cuestionar o disminuir mis ideas y emociones por ser mujer. Hay aspectos de mi personalidad que a mucha gente le pueden parecer fuertes, pero con los años he observado que, si estos mismos comportamientos los tiene un hombre, no significan algo negativo, en cambio, en mi caso ha hecho que muchas veces se me perciba como conflictiva. Pese a que soy joven, he aprendido mucho durante los años y he tenido buenas compañeras, si bien, hay que evidenciar lo malo, también destacar que el haber tenido una tutora mujer y otras compañeras que me enseñaran y apoyaran dentro de todo el proceso de ser una científica hizo que los desafíos no hayan sido tan grandes. Mis preocupaciones vienen ahora cuando termine el magíster, los datos que hemos analizado dejan en evidencia la brecha salarial, la competencia y otras problemáticas, pero estoy positiva con respecto a esto, hay muchos espacios que estamos creando para desenvolvernos sin que el sexismo nos limite. Se que no será fácil, pero sé que somos cada vez más y que el cambio es inminente.
¿Qué le dirías a las jóvenes que quieren incursionar en ciencias?
Que las ciencias son para todes, yo tengo otras habilidades como el arte y las comunicaciones, pero cuando más joven me dijeron muchas veces que mejor estudiara otra cosa, que la ciencia podía ser difícil. Y algo muy importante, es que estamos trabajando por nosotras y para ellas, y digo estamos porque somos muchas. Probablemente nunca conozca a todas las mujeres que están detrás de esta apertura de espacios, pero sé que somos una marea que no se detiene.
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